No vengo a descubrir América, a los conciertos se va a disfrutar, pero, dentro de este enorme mundo en el que muchos habitamos, hay una tipología de espectáculo cuya meta es contar historias que ilustren y hagan aprender al público.
Este es el caso de un artista nacido en Mieres, cuya trayectoria es intachable y podría enmarcarse entre una evolución de la antigua profesión de trovador y la del actual periodista. Víctor Manuel fue el encargado de abrir las fiestas de Pinto con su gira 75 aniversario.


El show comenzó envolviendo al espectador con un sonido con sabor a disco y latiendo por dentro de la piel con historias que marcan los compases de todo un país. «Danza de San Juan» abrió la velada, derivando en el eterno amor que desbordan los versos de «Quiero abrazarte tanto» y «Bailarina».
El artista recorrió sus versos más experimentados, viajando al pasado de la mano del espectador. Situado en su niñez, empezó a relatar su amor por Francia con «A dónde irán los besos».
Francia huele a croissants recién hechos, pero también a romanticismo. Es por ello que la noche continuó por los derroteros típicos del vuelo de las mariposas estomacales. «Ay amor» y «Nada sabe tan dulce como su boca» fueron las siguientes en aparecer sobre el escenario.


Tras rendir tributo a su progenitor con «El hijo del ferroviario», el intimismo típico del sonido acústico, aterrizó sobre el escenario con «La romería». A continuación, la historia de un soldado de la Guerra de Vietnam recogida en «El cobarde», enmudeció al público.
Nuevamente lo consiguió con «La Planta 14″ y el ya himno, patrimonio de la música en español, » Sólo pienso en ti».
El concierto fue cerrado por «Asturias», «Cómo voy a olvidarme» y «Esto no es una canción». Sin duda, un impulso mirando al pasado, que apuesta por la diversidad en nuestro país para no cometer los mismos errores históricos.