La música es una musa que tiene sobre la palma de su mano el tiempo, como si de una bola de cristal se tratase. Con su poder, es capaz de grabar con fuego versos en las vidas de miles de personas. A estos, se les llama fans, los cuales no entienden ni de clima ni de día de la semana para agradecer con aplausos y cánticos que saben a desahogo, al cantante que les guía vida con su trabajo.
Vanesa Martín pisó el Wizink Center radiante, rauda creó lluvias diversas, puesto que cada una de las 15.000 personas que se aglutinaron en el estadio interpretó a su manera y con sus vivencias el repertorio, dando paso a la era «Placeres y pecados».
La velada comenzó frenética, disparando himnos como si fuesen flechas y la malagueña la mejor de las arqueras. «Complicidad», «9 días» , «Hábito de ti» o «Frenar enero» fueron directas al corazón.
Tras hacer trizas de nuestro corazón debido a una magnífica interpretación de «Te has perdido quién soy», los presentes nos quedamos rendidos ante los acordes de la guitarra que marcaron el tempo de «De tus ojos».
«Mejor de lo que contaste» fue la primera en abrir el corazón del disco recién salido del horno. Posteriormente, nos dejó claro que está en su mejor momento artístico con «Inventas» recalcando que ya conoce a todas las mujeres que habitan en ella.
El caudaloso río de sentimientos desbocó en la intimidad de «Cuando no estabas» y «La fiesta del tutú». Además, una valiente honestidad bailó sobre las teclas del piano en «Álgebra».
La noche tuvo varios regalos, uno de ellos tiene nombre y apellidos: Dani Fernández, el cual se desgarró, como si «Si pudiera» hubiese salido de su propia tinta. Tras una nueva lluvia de éxitos como «Polvo de las mariposas» y «Arráncame» llegó «Marzo» para desencajar mandíbulas con el taconeo elegante con sabor a sur de Sara Baras.
Entre pecados terminó la noche, curando como elixir las cicatrices que deja vivir el amor como si no hubiese un mañana. Volamos hacia «Toscana» y el eterno confeti calló en «Y vuelo».
Vivir a Vanesa Martín en directo es dejar latir sentimientos que viven en una esquina de nuestro ser, darles alas y cantarlos como si no hubiera un mañana. El Wizink Center no pudo evitar salir cantando a la malagueña, puesto que es vida en estado puro.