Que la música entre los huecos de tu alma y sepa dónde posicionarse, para curar y para hacerte sentir no tiene precio. Aún más si se trata de un artista a la que consideras parte de tu vida, como si fuese un familiar al que recurres en tu día a día.
Así es Chiara Oliver, la voz a la que recurrir como a los brazos de una buena amiga. La artista se desenvolvió como pez en el agua en el escenario del CCME.
Con la guitarra como varita mágica, la artista rompió corazones en «La Invitada», para después curarlos como quien es capaz de mimar el alma con tan solo una mirada en «3 de febrero» y «Cada Vez».
El concierto terminó con una oda al carisma puro de aquel que está destinado a vivir encima de un escenario. «Ronda de más» desembocó en el siempre curativo «A todas las versiones de mí».