No existe nada mejor que regresar a un concierto varias veces, cual devota, para poder apreciar cómo la perfección puede materializarse. No es la primera vez, ni la tercera que disfruto de «El Abrazo» de Rozalén en directo, y cada vez es un universo totalmente diferente.
Ayer Pinto pedía fiesta, y ella, con la sonrisa de un familiar que te comprende y te mima, dio todo lo necesario para emprender una preciosa relación de amor con la ciudad madrileña. «Lo tengo claro» abrió la noche y «Sácame la pena» junto a «Dragón Rojo» prosiguieron el vuelo.
Tras hacer una fiel descripción del amor en «Vuelves» y «Comiéndote a besos», la noche tuvo su máximo punto de emoción. Pues para celebrar la vida, también hay que abrazar sus puntos más oscuros. «Entonces» y «Todo lo que amaste» protagonizaron este idílico momento.
A continuación, la fiesta llegó, en forma de folclore, pero también de rap y de himnos que ya son patrimonio de la humanidad. «Girasoles», «El Edén» dedicado a Palestina, «La puerta violeta» entre el público y «Todo sigue igual», finalizaron la noche.

