Los viernes de madrugada evito escuchar las canciones recién salidas del horno por varias razones. En primer lugar, por miedo a que el cansancio de la semana invada mi juicio sobre el tema y en segundo, porque si la canción me gusta demasiado, me suelo abrazar a ella, como un niño pequeño el día de reyes que no quiere desprenderse de sus nuevas adquisiciones por miedo a que se evaporen durante la noche. Claro, que, si estoy esperando un estreno con ganas, minutos antes de la media noche ya tengo los cascos sobre la cabeza y el corazón algo desbocado. ¡Adiós reglas!
Esta semana ha sido así, pues Violeta ha lanzado un según capítulo de su primer disco titulado “II.Contigo”. Esta canción es de las que apelan directamente a la irracionalidad, pues hace que la piel sea solo un adorno. Traspasa directamente al corazón, el cual ordena que salgan lágrimas sin ningún tipo de explicación. Precisamente ahí reside la magia de Violeta, ella no pide permiso para hacer brillar su magia.
Esta es la primera balada de su carrera, tan reconfortante como un abrazo cuando más lo necesitas. Además, la poesía vuelve a hacer acto de presencia, entrelazándose con su voz como dos caminos sinónimos.
