Regresar a casa, es mucho más que poner los pies en una propiedad inmobiliaria. Es regresar al lugar donde te sientes feliz, comprendido y refugiado en el calor de un abrazo. Rozalén es casa y ayer volvimos a disfrutar de su directo en El Escénico de Illescas.
El concierto comenzó con una auténtica lluvia, que lejos de traer agua cayó en forma de una dosis de amor y verdad a raudales. La canción encargada de abrir la noche fue «Lo tengo claro» a la que prosiguieron «Sácame la pena» o los clásicos «Vuelves» y «Comiéndote a besos».
Los que asistimos con asiduidad a los directos de Rozalén, sabemos que son un auténtico viaje emocional, tan similar a la vida que sabe reflejar a la perfección lo que es estar arriba y lo que es estar abajo. Por lo tanto, hay que resaltar que también hubo momentos para llorar. «Entonces» y «Ceniza», canción dedicada a su padre, hicieron sacar los pañuelos a pasear.
La recta final del concierto fue una mezcla absoluta de sabores, perfectamente combinados, como si de una receta gourmet se tratase. Pudimos disfrutar de ritmos regionales pero también de una pequeña dosis de rap en «Mis Infiernos».
También tuvimos la oportunidad de canalizar nuestras propias constantes vitales en una escalada hasta el cielo. «Girasoles», «La puerta violeta» entre el público y «Todo sigue igual» cerraron la fiesta.
