Amaia no es un ser terrenal, forma parte de ese selecto grupo de personas que en el futuro van a quebrantar los limites del tiempo y sobrevivirán al paso de las generaciones como una herencia familiar. Anoche se me pasó esta idea por la cabeza cuando la artista llenó su concierto en el Movistar Arena de Madrid.
Sin lugar a dudas, el paso de su gira «Si abro los ojos no es real» por la capital fue una expresión del arte en su más pura esencia. Pues la cantante pamplonica fue una especie de superheroína musical, todo lo que tocó (arpa, piano, guitarra y voz) lo convirtió en oro. Pero fue mucho más allá, pues su interpretación fue sublime e hipnótica para todo aquel que pudo disfrutar del show.
Además, contó con una banda digna de clásico atemporal y un coro, que ayudó a aumentar la epicidad de los cuatro actos del concierto. En definitiva, fue un show que poco tuvo que envidiar a los conciertos internacionales.
Por supuesto, hay que resaltar la presencia de Aitana en «La canción que no quiero cantarte». Fue un auténtico sueño para todo fan de Operación Triunfo 2017 y esto se demostró con la gran ovación que se llevó la cantante catalana.
En cuanto a canciones, fue un auténtico viaje de emociones que demostró la autenticidad de la vida, partiendo desde la belleza de la existencia hasta la naturalidad de la desaparición. Las componentes del nuevo disco, se compaginaron a la perfección con otros clásicos del repertorio de Amaia y creo que en más de un momento, nuestras mandíbulas tuvieron el riesgo de desencajarse.
Finalmente, la fiesta terminó con «Bienvenidos al show». Pero la historia de Amaia solo acaba de empezar a escribirse. ¡Larga vida!