Élite ha regresado a Netflix con su sexta temporada y un elenco parcialmente renovado que hace olvidar por completo a lo que quedaba de los inicios de la serie. Como no podría ser de otra manera, la serie ha dejado sus luces y sus sombras. Pese a ello, parece que seguiremos teniendo movida en Las Encinas para rato.
¿De qué trata esta nueva entrega? Tras la muerte de Samuel, el exdirector del instituto Benjamín se encuentra en la cárcel. Como no podría ser de otra forma, una nueva muerte llega hasta este lugar, profundizando en temas sociales como la violencia de género y la LGTBI-fobia.
En diferencia con las últimas temporadas, esta sexta edición parece ser más realista que nunca. Aunque hay que seguir cogiendo este adjetivo con pinzas, puesto que todos sabemos lo que significa Élite. Concretamente, no se limpia la imagen del violador como en anteriores circunstancias y se hace justicia. Además, se tratan los límites de la LGTBIfobia, visibilizando no solo la que conlleva violencia sino también la más menos explícita, la cual es capaz de hacer cambiar la autoestima de las personas que la padecen.
Por otro lado, también se muestra la anulación que puede surgir con la violencia de género, tanto física como psicológica. Aunque, me hubiese gustado que tuviese un final más lúdico y ejemplar.
Como ya es una costumbre, la serie muestra un consumo desmesurado de sustancias tóxicas y alcohol, dibujando una imagen de los adolescentes un tanto cuestionable. Pero, los más asiduos a la serie sabrán que es una tónica de lo más habitual dentro de la serie y que no tiene pinta de cambiar.
Por último, aplaudir la estética misteriosa y nocturna que refleja la serie.