Muy pocas son las ocasiones en las que dejo en reposo los sentimientos ocasionados por un concierto antes de escribir una crónica. Posiblemente, la causa de esta ocasión sea mi afán de conservar los recuerdos puros e intactos un ratito más en el patrimonio de mi cabeza.
Malú desplegó sus galones de “Jefa” absoluta para poner la traca de fin de fiestas en Torrejón de Ardoz. El concierto fue uno de los más esperados de estas, tanto por los habitantes de la localidad como por sus propios fans, que armados de todo tipo de artilugios para evitar el calor, soportaron más de 13 horas de tórrida espera.
La artista, como una experimentada hechicera, consiguió hacer bailar las almas de los presentes, sacando a relucir su parte más irracional desde que salió el primer músico al escenario hasta el acorde final. Es por ello, que la cercanía entre público y la cantante se firmó con las primeras lágrimas de emoción y nerviosismo que se resbalaban por las mejillas de más de uno.
En mi caso, la razón solo llamó a mi puerta para recordarme disfrutar de todas las canciones que me han visto crecer y por supuesto, para hacerme mirar a los lados y disfrutar de mis queridos acompañantes. ¿El resto? Una auténtica lluvia de saltos al cielo, además de una garganta totalmente fuera de control, que, queridos torrejoneros, si pasáis por vuestro recinto ferial, seguramente la encontréis a los pies del escenario que Malú anoche, consiguió hacer arder.
El comienzo fue una auténtica demostración de maestría, elegancia y electricidad a raudales. “Ingobernable”, “Abran fuego” y “Contradicción” fueron el telón que se descorrió para dar paso a una noche de ensueño. Tras ellas, “Me fui” y “Deshielo” hicieron que el grado de entrega por parte del público incrementase a pasos agigantados, siendo el conjunto de sus voces, el tercer corista para la voz de la cantante madrileña.
Un breve repaso por tiempos pasados con canciones como “Duele”, “Eres agua” o “Si a esto le llamas amor” nos hicieron darnos cuenta de que la cantante podría ser la línea de nuestro eje cronológico vital, solo que, con forma de pentagrama.
Tras este momento de nostalgia, la intimidad y la pureza de las canciones que lloran a corazones rotos llegó al escenario en forma de “Vete”, “Todos los secretos” o “Devuélveme la vida”.
El final del concierto fue encauzado por un éxito detrás de otro. “Tejiendo alas” y “Aprendiz” volvieron a unirse de forma fraterna. “Blanco y negro” demostró su eterna belleza. Y por último “Como una flor” hizo que, a pesar de estar reunidos en la pista del recinto ferial de Torrejón personas muy diferentes entre sí, remásemos todos a una para despedir a nuestra diva como se merecía.
Las puestas de sol en el mar están llenas de belleza, pese a su fugaz duración. Algo similar ocurre con Malú, puesto que la artista da lo mejor de sí misma en cada paso que da y consigue dejarte el alma en carne viva. Si algo une a estos dos hechos, aparentemente tan dispares, es el increíble recuerdo que dejan, a pesar de lo rápido que se evaporan.
Gracias Malú, gracias Torrejón y gracias a todas las personas que aportaron su granito de arena para que la noche del 21 de junio fuese “Mi Gran Noche”.