Cuando el mundo parece volverse loco, hay que volver a casa para que la raíz nos envuelva los pies y saque la tierra más pura que tenemos anclada en el corazón. Este lugar, a veces no es físico y es una persona como Melendi, el cual es tan narrador como protagonista de nuestras andanzas por la vida.
El artista hizo salir el Sol en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas, como si fuese «El Parto» original, levantando saltos eternos y nostálgicos en canciones como «Piratas del bar Caribe» o «Con la luna llena». Pero también haciendo llover auténticas dosis de sabiduría, donde miró a los ojos a los jóvenes espectadores y reconoció el trabajo de su equipo técnico, pues evitaron la caída sobre el público de las pantallas laterales debido a las fuertes rachas de viento.
Y tras «caminar» por calles más que conocidas para todos, las luciérnagas (o mejor dicho móviles) iluminaron el todopoderoso himno «Cenizas en la eternidad».
Para finalizar, el amor brotó a la par que la gratitud en temas como «Cheque al portamor», «La Promesa» o «Gracias por venir», y como no podía ser de otra forma, «Lágrimas desordenadas» fue el sello perfecto a la felicidad de este viernes.