Nil Moliner es un perfecto arquitecto de montañas rusas de emociones. “Solo”, su último tema, publicado el pasado 2 de julio, es el mejor ejemplo de ello. Nostalgia y felicidad se baten en un bello combate cuerpo a cuerpo.
Comienza con un acústico íntimo y doloroso, el cual utiliza como ventana para observar con cierta nostalgia su niñez. Con la presentación del siguiente personaje, la soledad, introduce una chispa de rapidez que representa la fugacidad de la vida. Como ya acostumbra, aprovecha el estribillo como si de unas alzas se tratase, para intentar tocar la libertad.
El adjetivo “completo” es el indicado para describir este “Solo”.