Una guitarra que danza al son de una talentosa voz que se mete por las entrañas y toca el alma como una mano de afiladas uñas evoca a París. Esta es la mejor forma que se me ocurre para definir el nuevo trabajo de Álvaro de Luna que recibe el nombre de la capital francesa.
Presenta una melodía mecedora y continuista respecto a sus anteriores sencillos. Transmite calma pero con una cierta chispa de melancolía. A pesar de este toque gris de sentimientos, no se puede evitar re-enamorarse de los trabajos del sevillano y esto se debe, no solo a su voz cautivadora, sino también a sus poéticos versos. En este sencillo colorea el pasado para volver a darle vida.
Un proceso similar se refleja en la letra, pues la nostalgia se vuelve esperanza tras el paso de los minutos.