Nueva temporada finalizada de Luimelia y nueva ocasión para desvincularse del dicho de que las segundas partes nunca fueron buenas. Con humor y sutileza, han sacado adelante una nueva temporada llena de momentazos. Pero, al igual que en ocasiones anteriores, vuelvo a reivindicar una futura apuesta por episodios más largos.
En esta ocasión, la comedia inteligente está muy presente. Situaciones cotidianas de la vida, nos hacen sentirnos un personaje más de esta serie. Pues, en más de una ocasión, nos hemos visto involucrados en situaciones con cierta semejanza.
Como siempre, detrás de una risa hay una moraleja. En esta temporada, se trata de apoyar a todas las personas del colectivo LGTB, que en su momento no pudieron disfrutar plenamente de su libertad.
Los parones temporales y las reflexiones que conllevan también son parte del encanto de esta tercera trama. En ningún momento sobrecargan la trama, sino que la hacen más vistosa si cabe.
Mi debilidad en esta serie es su apuesta por el romanticismo sano, sin límites ni fronteras, al que no lo hace falta poner etiquetas ni vallas para que crezca correctamente. Su episodio final, “Ukelele y guitarra” es la definición perfecta de a lo que todos aspiramos en la vida.