La identidad LGTBIQ+ en la utopía y en la distopía

La identidad LGTBIQ+ en la utopía y en la distopía

Sufrimiento y persecución

Las comunidades y grupos oprimidos tienen una característica en común, que sufren opresión. Según el Instituto Smithsonian, la opresión puede ser definida como “una combinación de prejuicios y poder institucional que crea un sistema que de forma habitual y severa discrimina contra ciertos grupos y beneficia a otros”. Esta opresión se muestra de diversas maneras, tanto explícitas como implícitas en un sistema social. Entre ellas se puede encontrar la persecución de un grupo o individuos parte de estos grupos para forzar un cambio o un castigo por su identidad. La persecución de la comunidad LGBT se puede ver en las legislaciones de países como el Acto Anti-Homosexualidad de Uganda de 2023 en el que “se criminaliza la conducta sexual entre personas del mismo sexo incluyendo la posibilidad de la pena de muerte para aquellos sentenciados por homosexualidad agravada” (Budoo-Scholtz, 2023); o las recientes leyes que aterrizan en Estados Unidos, como el proyecto de ley en Tennessee que impediría los tratamientos hormonales en menores preadolescentes, incluyendo los bloqueadores de hormonas y llegando hasta bloquear contenido LGBT del currículum académico (Thoreson, 2022).

La distopía, y la utopía, emplea rasgos reales de una sociedad, los lleva hasta un extremo y genera una posible realidad en la que se encuentran estos extremos, para así explorar las vidas de quienes estén sufriendo la distopía. Lo que separa a la distopía de la utopía es la naturaleza de estos rasgos: mientras la distopía escoge lo más tenebroso y oscuro de la humanidad, la utopía genera mundos con los atributos y ejemplos más positivos y esperanzadores. (Kumar, 2013). Así es cómo la obra Cuadernos de Medusa plantea la dualidad de la distopía y la utopía queer.

Durante los tres relatos más relevantes para este artículo -Una Buena Idea, La Historia nos Olvidará, Saltacuerpos- los lectores encuentran ejemplos de personas queer que comúnmente encontrarían sufrimiento y persecución en espacios donde pueden ser elles mismes y encontrar conexiones. Agustina y Encarna de Una Buena Idea huyen a Argentina para vivir una utopía entre ellas, desprendiéndose de sus maridos zombis. Eunice vive como enfermera con Mary durante la guerra y permite a Charlie vivir su vida como un hombre al final de La Historia nos Olvidará. Y finalmente en Saltacuerpos, Río y Haz se encuentran, abrazan y besan y pueden disfrutar de su mutua compañía. Estos espacios seguros están intrínsicamente formados por distopías, siguiendo así el principio de Claeys que se mencionaba con anterioridad: La utopía de uno es la distopía de otro. Es debido a la unión de la distopía y la utopía que libros como Cuadernos de Medusa están destinados a tocar la distopía en el dolor único e inseparable de la identidad queer, y la utopía en la libertad y sensación de pertenencia de la comunidad LGBTIQ+.

Laurence Davis define perfectamente esta dicotomía distópica-utópica en su artículo Dystopia, Utopia and Sancho Panza: La distopía es el alter ego de la utopía y las dos están encerradas en una relación simbiótica que ha transformado creativamente a ambas (2013).

Según Vita Fortunati, autora de Why Dystopia Matters, las obras distópicas y utópicas dentro del paradigma feminista y queer son revolucionarias, porque presentan “críticas, e imperfecciones desenmascaradas de la sociedad actual pero también aquellas de la sociedad alternativa, de la utopía en sí, que no es inmune al error, problema o fallo” (2010). Se alejan de un planteamiento fantástico que solía caracterizar a la utopía ideal libre de conflicto y abordan lo que es una realidad para cualquier individuo de un grupo oprimido. Todo planteamiento supuestamente perfecto encontrará desaciertos, ya sea por descuido o con el propósito de apagar posibles disparidades. Es gracias a les autores feministas y queer que la utopía puede encontrarse dentro de lo no explorado anteriormente y, quizás más importante aún, se explora desde una lente crítica.

Ruptura de sistemas y normas

Tal y como se ha explorado antes, la comunidad LGBTIQ+ como un grupo oprimido, sufre bajo un sistema de poder preparado para atacar al grupo y al individuo. Este sistema puede ser acotado a una palabra, el cisheteropatriarcado. El cisheteropatriarcado ha generado sistemas y normas desde su origen, formulando la verdad a su placer y condicionando las vidas de los individuos queer. Son justamente estos métodos y organizaciones los que sufren bajo la distopía y la utopía, resultando en una falta de estos o generando nuevas costumbres y regímenes.

En Cuadernos de Medusa, les protagonistas viven en distopías. Un apocalipsis zombi, una guerra mundial y una futuridad ciberpunk en la que los pobres son perseguidos. Cada una de estas distopías tienen reglas diferentes a las de la realidad del lector, pero son fácilmente acogidas. El apocalipsis zombi es una distopía en la que no existe organización ni norma social, dado que cualquier gobierno o estructura social se derrumba por culpa de la enfermedad que resulta en los caminantes. Las guerras mundiales tienen sistemas aún más estrictos fuera de los focos de acción, pero dentro de ellos, todo vale; no hay un seguimiento de legalidad o convenciones sociales. Finalmente, las sociedades ciberpunks están rodeadas de normas y regímenes, el enfoque de las narrativas ciberpunk suele tratar sobre los avances tecnológicos y sus posibilidades y limitaciones mientras sus sistemas intentan regular y capitalizar su uso; obligando a la mayoría de los individuos a trabajar y vivir fuera de la ley.

Sin embargo, aquí no reside la esencia de la distopía o utopía queer. La clave de esta ruptura de la normalidad es comprendida sin dificultad por les autores de Cuadernos de Medusa, de la misma forma que se desmorona el gobierno, también se desmorona el cisheteropatriarcado.

Con la caída del cisheteropatriarcado, las personas queer pueden existir de forma libre y expresarse como deseen. Agustina y Encarna de Una Buena Idea escapan del sistema cisheteropatriarcal de forma literal, ellas huyen de España, del apocalipsis zombi y de las convenciones que las atan a su vida allí, encontrando un nuevo universo de posibilidades en su nueva residencia. En La Historia nos Olvidará, Eunice ofrece a Charlie una huida del cisheteropatriarcado que ella ya posee, con un documento que refleja su identidad, la comunidad queer encuentra vacíos legales para otorgarse entre elles los derechos que les han sido negados. En la misma historia, tanto Mary como Eunice pueden vivir fuera de este sistema gracias a sus entornos controlados por sí mismas. Saltacuerpos es diferente, con un sistema que persigue de forma más agresiva a sus posibles amenazas. Río describe con todo detalle los ataques y obstáculos a los que se enfrenta, pero su identidad como persona queer le otorga conocimientos que se escapan del cisheteropatriarcado. Gracias a ello es capaz de vivir fuera de él, a pesar de tener constantes encuentros con las entidades opresoras.

Con diversas estrategias, todos los individuos queer de los relatos en Cuadernos de Medusa son capaces de crear su propia utopía en un mundo considerado una distopía. Demostrando una vez más que “la utopía de uno es la distopía de otro” (Claeys, 2010).

Phoenix GS

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