Jennifer López y Rauw Alejandro tienen un gran superpoder. Aglutinan el pasado, presente y futuro de éxitos de reproducción en plataformas digitales. Su unión solo podía tener un significado: un bombazo veraniego rompedor de caderas.
Cuentan con una base electrónica y urbana que explota en un estribillo pegadizo. Bajo mi punto de vista, López tiene en sus manos todo el peso del sencillo, mostrándose empoderada, seductora y lo que es más importante: atemporal.
Es una de esas letras a las que se le podría añadir el adjetivo de “necesaria”. Se desnuda de la toxicidad y subraya el amor propio como elemento indispensable para continuar caminando.