Los orígenes de las manifestaciones LGTBIQ+ en Madrid

Los orígenes de las manifestaciones LGTBIQ+ en Madrid

La primera manifestación del Orgullo de Madrid se celebró en el año 1978. Hay que reseñar que es la primera manifestación reconocida por la liberación homosexual en nuestro país. Este acto comenzó en la calle O´Donnell y finalizó en la calle Menéndez Pelayo. Observando las calles en las que el gobierno de la época aprobó la celebración de la manifestación, se llega a una clara conclusión: querían alejar la causa del corazón de Madrid.

En primer lugar, hay que reseñar que las personas del colectivo LGTBIQ+ continuaron haciendo alarde de su derecho de libre asociación y crearon el Frente de Liberación Homosexual de Castilla, el cual amparaba a la capital y a Castilla La Mancha ante la falta de división autonómica que llegará con la Constitución de 1978. Esta asociación, se puso de acuerdo con otras repartidas por toda España, para fijar el 25 de junio como fecha para celebrar diversas manifestaciones de forma simultánea en todo el país. Finalmente, fue la madrileña la que contó con más asistentes, mientras que en Bilbao y Sevilla fueron más modestas. (Berzal de Miguel. V, 2020) Se calcula que la manifestación madrileña contó con 7.000 personas (Ander Á, 2021).

Fue un homenaje a una mujer transexual llamada Esmeralda, la cual había decidido poner fin a su vida tras el acoso recibido en la cárcel de Carabanchel. (Berzal de Miguel. V, 2020). Además, entre las peticiones se encontraba el final de las redadas que perjudicaban al colectivo y la derogación de las condenas impuestas por la Ley de Peligrosidad Social (Berzal de Miguel.  V, 2020). En el día en el que se celebró dicha manifestación, se calcula que había 600 personas encarceladas asociadas a “delitos sexuales” (El País, 1978)

A pesar de que fue una manifestación pacífica, hay que coger con pinzas el cumplimiento de la seguridad dada por la policía, puesto que en mitad de la manifestación aterrizó un bote de humo sobre los manifestantes. Además, la policía estaba nerviosa y obligaba a los manifestantes a ir deprisa. (Ander. Á, 2021)

En estas causas podemos observar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos estaba siendo perjudicada en varios de sus puntos. El artículo 1, 2 y 3, en los que se habla sobre la igualdad entre seres humanos, la libertad independientemente de su raza, color, sexo… y el derecho a la seguridad así como a la vida estaban siendo vapuleados. (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948).

Para superar esta etapa de la historia de España, la solución era aplicar el artículo 28 en el que se dictamina que toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos. (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948). Sin duda, este orden social tomó forma en la Constitución de 1978, aunque, en lo referente al colectivo, tardó en hacerse presente, puesto que hasta 1979 no se despenalizó la homosexualidad en nuestro país.

A pesar de esta despenalización, en este mismo año, se violó el derecho a la libertad de expresión puesto que la manifestación no fue aprobada. En consecuencia se celebró un mitin en casa de Campo, pero un grupo de fascistas intentaron silenciar la causa. Además, con la despenalización de la homosexualidad, se perdió una gran fuerza activista, puesto que se consideraba que la plenitud de derechos se había alcanzado.

Por lo tanto, durante los años 80 las manifestaciones quedaron relegadas a un segundo plano, y aquellos que salían a las calles eran vejados con diversos insultos, violando de esta forma el artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde se dictamina que nadie puede ser sometido a tratos degradantes (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1978).

Pero esta violación no solo ocurría de ser humano a ser humano, sino también en el trato de la ley hacia el colectivo. Durante los años 80 estuvo presente el artículo 431 del Código Penal donde se denunciaba como escándalo público a todo aquello que atentase contra las “buenas costumbres”. Finalmente, este artículo fue derogado en el año 1989.

Laura Salas

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