Hay series que han marcado mi vida como a la mayoría de las personas, una de ellas es Velvet. Como buena fan, su final me rompió un poco el corazoncito. La marcha de Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre fue irreparable en su spin off que con el paso de los capítulos perdió para mi el sentido.
Para muchos, este capítulo final estrenado a finales del año pasado, puede ser un sinsentido, pero en mi opinión, es una traca de fin de fiesta idónea y servida en bandeja para los más fans.
El argumento es muy sencillo, pero lleno de nostalgia y emoción. Tras varios años sin verse, la venta de las galerías cruza el camino de los protagonistas. Ya lo decía el refrán, todos los caminos llevan a Roma.
Rápidamente desconecté del spin off, no dándome tiempo a profundizar con los personajes, pero esto no es ningún problema para disfrutar de este episodio. Es una mirada atrás a todos los momentos vividos durante la serie original resaltando los más bellos.
Esta serie, se ofrece como un triunfo de los buenos, pues los pilares fundamentales de la serie ven sus sueños hechos realidad por los que lucharon en las temporadas.
-Spoiler alert-
Por supuesto, también es una oda al amor, pero sin ningún tipo de fronteras, haciendo un especial homenaje a las personas LGTB que sufrieron durante el régimen franquista.
La escena final, me parece todo un regalo para el seguidor. La banda sonrosa de Ghost la tenemos todos grabada a fuego en la memoria, pero, por primera vez, se desliga de la película para captar toda la emoción posible del espectador: el vestido de Ana, la repetición de la primera escena de la serie y sobre todo la reaparición de Rita a lo Patrick Swayze que permite al espectador despedirse de ella como se merece, son los elementos que se conjuran para un final mágico.