• octubre 14, 2024 5:10 pm

Delirium Nostri

Cultura con un toque muy personal

Chueca como centro neurálgico para el colectivo LGTBIQ+

El hombre es un ser social por naturaleza (Aristóteles, 384 – 322 a.C) es por ello por lo que necesita desarrollar esta faceta para su supervivencia. Además, para satisfacer sus necesidades tanto físicas como espirituales se forman las comunidades en las que se busca ayuda y protección. Llevándolo al ámbito de los Derechos Humanos, esto se lleva a la práctica con el artículo 20 donde se declara el derecho de libre asociación y al artículo 22 donde se plasma que las personas tenemos derecho a la seguridad social.

Fruto de este cóctel de derechos, nace el barrio de Chueca como espacio seguro para el colectivo LGTBIQ+. En el año 1989 este céntrico punto madrileño se convirtió en elemental para el movimiento LGTBIQ+. En aquel momento, el barrio estaba perdiendo población puesto que el abandono, la prostitución y la droga eran los protagonistas de sus calles. Precisamente por esta razón el colectivo se estableció en esta zona ya que los precios para el alquiler eran bastante reducidos.

Además, fue un lugar para derribar fronteras. A comienzos de los años 90, los negocios LGTBIQ+ tenían un tinte clandestino, puesto que no estaban a pie de calle y para acceder a ellos había que acceder con contraseña. La librería Berkana, con Mili Hernández a los mandos, fue pionera, siendo la primera librería especialista en el colectivo ubicada a pie de calle. En este acto de valentía están implícitos los artículos 22 y 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, puesto que las personas LGTBIQ+ comenzaron a disfrutar de sus derechos económicos, sociales y culturales, pudiendo desarrollar libremente su personalidad y remando hacia el interés común de visibilizar el colectivo. Además, con la apertura de estos negocios, se desarrolla libremente la elección del trabajo.

Paralelamente a Berkana también surgieron otro tipo de comercios. Ejemplo de ello son: La Trote, el LL, el Black & White o el café Figueroa. Figura elemental de este proyecto aperturista del barrio fue Pedro Zerolo, que por aquella época era un joven abogado.

Hay que señalar que este fue un crecimiento natural paralelo a las exigencias de las grandes ciudades del mundo. Por ejemplo, en Nueva York los barrios de Greenwich Village o Chelsea eran lugares en los que se respiraba libertad.

Esta visibilidad también fue en parte patrocinada por personajes de La Movida, como Alaska o Pedro Almodóvar, que dieron un ambiente glamuroso a la esencia de Chueca. Además, fue un alegato para llevar la esencia de este acto contracultural, que apostaba por la diversión y el consumismo.

Además, Chueca ha podido ser testigo atemporal del crecimiento de manifestantes a lo largo de las manifestaciones históricas del Orgullo. La primera de ellas contó con solamente 500 participantes, un año después se llegaron a contabilizar 2.000 personas, y en fechas marcadas en rojo, como el EuroPride de 2007 se llegaron a registrar 250.000 personas.

Los años 90

Durante esta década el barrio de Chueca se asentó como centro neurálgico de las celebraciones del Orgullo de Madrid. Especialmente la calle Pelayo, lugar en el que se da el pistoletazo de salida con el pregón.

Aunque, este crecimiento no se extendió hasta mediados de la década, bebiendo del Orgullo celebrado en Nueva York. Además, se entendió que las fiestas debían ser trasladadas a los fin de semana, donde se podía experimentar un mayor número de participantes libres de sus quehaceres laborales.

Los hitos de esta década están nuevamente unidos al artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se señala la importancia de la libertad de opinión y de expresión. En esta época, se dio un paso más allá, apareciendo las primeras carrozas de la marcha.

Entre estos hitos hijos del artículo 19 está el empleo de la bandera arcoíris como símbolo unitario del colectivo. A un lado se quedaron los triángulos rosas, aunque hubo problemas en sus primeros años de utilización porque estos colores estaban estrechamente ligados a los yanquis.

Las primera carroza que desfiló en la manifestación del orgullo fue en el año 1996, patrocinada por la revista Shangay. El medio ensalzó la libertad de expresión poniendo un icono para el colectivo LGTBIQ+ al frente como es Alaska. Sin duda, también fue un paso más en cuanto a la importancia de referentes favorables al colectivo. Por aquella época, actrices como Loles León ya apoyaban la causa, pero nunca se habían subido a una carroza para gritar a los cuatro vientos su libertad de expresión y opinión. A partir de ese momento, el número de carrozas con referentes en su interior no ha parado de aumentar hasta el día de hoy.

En conclusión, este fue un paso más en cuanto a reivindicación política pero también en otros años, puesto que se ligó el ámbito social con el lúdico y festivo.

Además, en esta década el colectivo trans empezó a hacer alarde del derecho de libre asociación, uniéndose en diversas asociaciones. Ejemplo de ello es Transexualia, formado por hombres transexuales, la cual ayudó a derribar los conceptos asociados a las personas trans. En cuanto a los Derechos Humanos, esta educación indirecta de la sociedad se puede unir con el artículo 26 punto 2, donde se plasma lo siguiente: “la educación tendrá por objeto el fortalecimiento a los derechos humanos y a las libertades fundamentales: favorecerá la comprensión, la tolerancia…” (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948).

Laura Salas

Soy fan, luego existo

Por Laura Salas

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