Adiós, aplauso y fundido a negro. Son los tres pasos que suelen tener las despedidas, salvo en el mundo de la música. Un adiós es un legado para el mañana y una apuesta segura por la inmortalidad. Este es el caso de Rayden, que con su nuevo disco “La victoria imposible” se despide del mundo de la música.
Este disco es verdad desprendida en forma de acordes. Este es el caso de “La patria de los ausentes”, un carismático y honesto telón que deja desde el primer instante claro el sello de este disco. Como comentábamos con anterioridad, la honestidad es el legado que va a perdurar con el paso del tiempo asociado al nombre de Rayden, ya que muestra sin filtro un estado, entre otros, tan humano como es la ansiedad en “Animales de sombra”.
Posteriormente, el artista madrileño homenajea a la musa más inmortal de la música: el amor. Busca inquieto nuevas metáforas con las que describir las famosas mariposas y lo consigue como especialista en añadir nuevos conceptos al diccionario. Una muestra de ello es “Alma 22”. Pero también visibiliza la otra cara de la moneda, cuando el lado idílico desaparece y la relación se convierte en un rin de boxeo en “Ayer a estas horas”.
Si se tiene que definir este trabajo con una palabra la respuesta es clara: completo. Dentro de las victorias de este adiós se encuentran colaboraciones con alma que miran más allá del territorio de lo viral. “Castigos amables” con Beatriz Fernández, “El lenguaje de los coleteros” con Dani Fernández, “Llanto” con Travis Birds y “Llámalo azar” con Juan Pablo Vega son ejemplo de ello.
Este trabajo culmina con “Año Nuevo Chino”, canción que supone una oda al futuro y mira con esperanza al nuevo camino que se abre tras la retirada del cantante del mundo de la música.