El primer episodio de la serie “Last Dance” tiene una estructura con un fin contextualizador. Comienza con un hecho general y poco a poco se introduce en los comienzos de la vida deportiva de Michael Jordan. Esta entrega puede dividirse en cuatro partes: en primer lugar, habla de los años gloriosos de los Chicago Bulls, a continuación explica el proyecto de reconstrucción de este equipo para luego introducirse en la carrera del exitoso jugador de baloncesto, hablando de sus inicios en el equipo de la universidad y su posterior fichaje por los Bulls. Hay que reseñar que el episodio comienza de la misma manera en la que acaba y que no está producido de forma cronológica.
Durante toda la filmación, no hay una voz narrativa que separe las diferentes intervenciones de una gran variedad de entrevistados, sino que las imágenes están superpuestas en forma de carrusel de voces. El único elemento de separación utilizado son las imágenes de los partidos de la época, así como narraciones de los diversos medios de comunicación. Este hecho dota al documental de un gran dinamismo.
En los primeros instantes hay una serie de imágenes de los partidos de baloncesto con música nostálgica, intentando producir una cierta añoranza en el espectador. Además, se presenta al protagonista (Michael Jordan) de espaldas, dando un cierto toque misterioso.
Como ya he reseñado con anterioridad, hay muchas voces de periodistas que demuestran el auténtico fenómeno de masas que vivieron los jugadores. Además, tanto en esta ocasión, como en los minutos finales, se utiliza la música urbana. Este es un género musical muy vinculado con el baloncesto, especialmente con el estadounidense.
Durante los 7 minutos iniciales se ubica al espectador en el momento, hasta pasar a la siguiente fase: “La reconstrucción”. Tras años de gloria y éxitos deportivos, toca cambiar el chip y las dudas afloran tanto en la prensa como en los espectadores. Todo este periodo está acompañado por una música dramática, expresando la incertidumbre que se vivía tanto dentro como fuera del equipo.
Ante este hecho, los jugadores invitan a la prensa a grabarles en los entrenamientos. Lo sonidos de la cancha vacía y del gimnasio humanizan la figura de estos astros del deporte, aunque también traspasa la pantalla el espíritu de sacrificio de los jugadores para dar lo mejor de sí mismos en la cancha.
Este periodo también está plagado de tensiones entre la directiva y el cuerpo técnico, por ello está ambientado con una música electrónica. La música tensionada se vuelve triste cuando los jugadores insultaban al director (Jeremy Kraus). Cada uno luchaba por sus intereses, pero, gracias a el gran contraste de fuentes, demuestran la bondad del directivo. Tras ello, unos rótulos y el silencio abren una nueva etapa en este equipo.
A continuación, el documental contextualiza como eran los Bulls antes de la llegada de Jordan y expresan el rápido crecimiento del jugador con el uso de guitarras eléctricas. La rapidez en el sonido es sinónimo del crecimiento a pasos agigantados en su desarrollo como profesional del baloncesto.
Uno de los momentos más épicos en su carrera universitaria en Nord Carolina fue un tanto obra suya en los últimos segundos de partido llevándose la victoria a casa. El documental expresa este momento paralizando la instantánea del tiro, para que el espectador pueda ser testigo de cada mínimo detalle.
A su llegada a los Bulls, el entrevistador le pregunta por el consumo de drogas en el equipo. El exjugador contesta inicialmente con un silencio, creando la idea en el espectador de que es un asunto especialmente serio.