Mulán ha sido el último clásico de Disney en verse reversionado por la acción real. Tras el retraso de su estreno debido a la crisis vírica y luego el acceso de pago, con un plus, bajo mi punto de vista exagerado a pesar de ser subscriptores de Disney Plus, llegó el día de su estreno universal el pasado 4 de diciembre en la plataforma de la compañía.
El global de la película se aleja mucho de la filosofía Disney, pareciendo en muchos momentos Karate Kid y no un film destinado para los más pequeños de la casa. Pese a que los movimientos de lucha son realmente bellos, son realmente surrealistas y entorpecen en exceso el transcurso de la película.
Conserva pocas cosas de la película original, destruyendo por completo el encanto de la animada, echándose en falta momentos musicales cantados por los protagonistas o al propio Mushu, que se me sustituido de manera muy pobre por una sombra de ave fénix.
La banda sonora si es cierto que engrandece la epicidad de los momentos tensos, siendo un buen acompañante en la batalla.
A nivel fotográfico es un 10 pleno y absoluto, con parajes que me hubiese gustado disfrutar en la gran pantalla para disfrutar de su calidad plena. Recrea a la China de la época con unos planos que hacen más grandes los diversos escenarios.
El discurso feminista es impecable, demostrando la valentía de una mujer con una capacidad inmensa de comerse el mundo. Permite hacerse a la idea del sufrimiento del género femenino de la época que se veían relegadas a ser personajes secundarios constantemente. De nuevo, Mulán es un espejo excelente para que las nuevas generaciones se reflejen en él.
Una producción ambiciosa, que le ha faltado un toque de la inocencia Disney.