Todo cuento de hadas tiene su fin. Cuando el «fueron felices y comieron perdices» aparece en la pantalla, la pena llena la vida del espectador puesto que sabe que nunca más volverá a saber de la vida de sus personajes favoritos. Esta es la sensación que me ha provocado la tercera temporada de «Con amor, Víctor«.
¿De qué trata esta nueva temporada? Víctor se sumerge más que nunca en una búsqueda de sí mismo al vivir experiencias de todo tipo. Mientras tanto, junto a sus amigos se enfrenta a los problemas de hacerse mayor.
La serie tiene un punto de vista realista de las relaciones adolescentes. Pese a su punto de vista excesivamente romantizado, incita al constante proceso de experimentación para encontrar la madurez.
Por otro lado está presente el concepto de «valentía», sentimiento indispensable para empezar a luchar por los sueños dibujados en la adolescencia que se proyectarán a lo largo de la madurez.
Digno de aplaudir es que no sólo se presentan parejas gays, sino también lésbicas que en la ficción suelen quedarse relegadas en un segundo plano.
Por último, han sabido a escoger un final a la altura de las circunstancias, de los que saben sacar la lagrimita.