Cuando los sueños se cumplen, los ojos emiten un brillo, visible como un faro, desde cualquier punto de vista. Además, impregna de una magia muy especial cada uno de nuestros actos. Precisamente, asi fue el concierto de Las Ventas para Samuraï, la cual nos demostró que ha llegado a la música no solo para quedarse, sino que también para dejar una huella llena de pasión.
Desde el principio, la artista consiguió crear un auténtico oleaje entre su público, los cuales no paramos de saltar durante todo el concierto. La celebración vital comenzó con «Cuando dolía el amor» y prosiguió con sus compañeras de disco: «Corazón quemado» o «Quién no quiera que no mire».
También hubo tiempo para repasar los clásicos de su carrera como «Tiro al aire» o «De charco en charco». Posteriormente, los invitados empezaron a desfilar por el escenario como si de una alfombra roja se tratase. El primero de ellos fue Leo Rizzi con quien interpretó «En los espejos». Posteriormente, llegó mi momento favorito del concierto. Junto a Vanesa Martín interpretó «Palabra Prohibida». Estos compases interpretados por pasado, presente y futuro, demostraron que la palabra lírica enmarcada en canción está de enhorabuena gracias a artistas como ellas.
Hay que resaltar la gran gratitud que demostró Samuraï con su público desde la primera canción. Así como el mensaje de empoderamiento y de autocuidado que no dudó en resaltar durante varios instantes. El culmen de todo ello llegó cuando interpretó «Inocente».
La recta final del concierto, llegó con una oleada de nuevas colaboradores que se instalaron en nuestros gemelos, pues les hicieron ejercitarse como nunca en un salto vital. Con Antonio de Arde Bogotá interpretó «Punto de Fuga» y con La La Love You el ya himno: «El Principio de algo».
Con los pies en el suelo, invitó a que dejásemos volar nuestros sueños y a agradecer el impulso a quien tenemos a nuestro alrededor. Por ello, el fin de fiesta fue «Lo que vivimos».
¡Larga vida a Samuraï!
