La historia se puede leer, ver, oír e incluso oler, pero, nunca sale del pasado. Gracias a la música, conjuga tiempos y se convierte en el presente de muchos, haciendo inmortal himnos que permanecen relucientes a pesar del paso del tiempo.
Ana Torroja, con su Tour Volver, regresó a casa, con un Madrid en plena verbena en honor a la Virgen de la Paloma. Los céntricos Jardines de las Vistillas, fueron testigos de varias generaciones reunidas para disfrutar de la artista.
Con las luces tenues, sobre el escenario se encendieron varios televisores, que mostraron varias escenas de la historia reciente de España y México. Sin duda, una gran toma de contacto, que no solo sirvió para calentar gargantas, sino también para contextualizar el núcleo del concierto: los grandes éxitos de Mecano y los hits de Ana Torroja en solitario.
Como una estrella que se asoma en una nublada noche, Ana Torroja salió al escenario con paso firme, cuyo eje demuestra que es una auténtica diva del pop. Las primeras canciones fueron «El cine», «Ay qué pesado» y «Hoy no me puedo levantar». Pura dinamita, que lejos de ser aislada, marcó las constantes vitales de la noche.
Tras varias canciones, «Corazones» consiguió que los espectadores entregasen su corazón latente a la cantante. Pero, no se asusten, no vivimos ninguna masacre, sino una bella lluvia de globos con dicha forma.
Para poder catalogar un concierto como éxito, debe de funcionar como un avión, cuya travesía esté marcada por diversos y bellos paisajes. Es por ello, que en el escenario se estableció un bello halo intimista con «Cruz de Navajas», «Soy» y el sempiterno «7 de septiembre».
Entre los pasos presentes de la cantante, «Ya fue» y «Llama», se colaron «Sonrisa» y la valiente «Mujer contra mujer». Sin duda, una canción histórica que cuando suena en vivo hace que los espectadores se sientan afortunados de vivirla ante sus propios ojos.
«Un año más», «Hijo de la luna» y «Barco a Venus», encauzaron la recta final del concierto, aunque, los fans no estaban dispuestos a dejar marcharse a su diva tan rápido.
Con cariño, la artista agudizó su sentido auditivo para escuchar las sugerencias del público. Con la valentía por bandera, la artista entonó canciones como «Maquillaje» o «Laica» para contentar a los más exigentes.
El punto, aunque no final, puesto que este concierto perdurará en las mentes de muchos, lo puso «Me cuesta tanto olvidarte».
Tras este concierto, me siento si hubiese visitado una galería de arte con preciadas piezas: llena de arte y vida.
¡Eterna Ana Torroja!