Un verdadero príncipe es aquel que mira a los ojos a aquellas personas que lo admiran y que con sus actos es capaz de hacer la vida mucho más fluida.
Este es el caso de Blas Cantó, la delicadeza personalizada. El artista supo abrazar a sus seguidores tanto de manera física como metafórica en su firma de discos en Madrid.


Con una voz impecable, pese a que reconociese un admirable madrugón, Cantó entonó las nuevas canciones de su disco en un formato acústico muy acogedor.
«Tempo» fue similar al despegue de un viaje ilusionante. «La Cura» meció corazones e incluso llegó a hacer de tirita y la fiesta terminó en un auténtico despliegue de color como «Animal Distinto».