Los nostálgicos de la serie catalana “Merlí”, nos vimos recompensados por la llegada de “Merlí: Sapere Aude” y posteriormente decepcionados, puesto que no vimos nuestras expectativas cumplidas en este spin off. Todos sabemos que el ser humano es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra y la decepción ha vuelto a llegar tras ver la segunda temporada de la serie.
El primer factor interesante, es que vemos la llegada del VIH a la serie, puesto que nuestro protagonista (Carlos Cuevas) se ve sumido en una crisis existencial por su contagio. En un primer instante, es una trama interesante, puesto que nos enseña que hay que tener precaución en las relaciones sexuales, pero si el virus llama a tu puerta, con una correcta medicalización el paciente puede llevar una vida rutinaria.
Al igual que suma en la educación del público, resta a la trama, puesto que vemos de nuevo a Pol enfadado con el mundo la mayor parte de la serie, teniendo una vida francamente estática y actuando únicamente en los últimos momentos del episodio final.
El resto de los personajes se ve contagiado por ello, puesto que más allá de escarceos sentimentales, solo tenemos a María Bolaño (María Pujalte) sustentando la serie, dejando momentos icónicos de su extravagante vida y reseñando que el amor es sinónimo de felicidad. Sin ella, no hay serie.
Aunque, como he reseñado con anterioridad, no todo es negro en esta producción, puesto que la filosofía vuelve a estar perfectamente utilizada para narrar la vida de los personajes, llegando en muchos casos a ser poética. Además, llenará de nostalgia a todos aquellos que han pasado por la universidad y ven reflejado a su grupo de amigos en la serie.