Mask Singer es un programa en el que reina la contradicción: quieres que dure de manera atemporal, pero a la vez estás deseando que se termine para saber quiénes se esconden debajo de las máscaras.
El primer duelo, fue un duelo de favoritas: Caniche, que siguió despistándonos aún más con sus pistas y su voz. Sus cartas las está jugando como nadie y todo nos está llevando a la idea de que es aristócrata o Ágata Ruiz de la Prada. Por otro lado, Cerdita, a pesar de todo, digna ganadora y desenmascarada de la noche. Terelu Campos, se llevó los aplausos de un jurado atónito, pues apostaban seriamente a Bárbara Rey. Me encantaría haber grabado mi cara para plasmarla en este artículo ante tal momentazo.
El siguiente dúo fue cuestión de plumas y de dos personas que Twitter desenmascaró hace tiempo. En primer lugar, Cuervo, que para mi es un Jorge Lorenzo con un talento muy destacable para el mundo de la canción. Y, por otro lado, mi más que admirada Pastora Soler, que con sus pistas nos indujo a la idea de Coria del Río, su pueblo. Por fin, Malú reconoció a su gran amiga y Eva González no se quedó atrás.
El famoso truelo de la noche fue inaugurado por Girasol, que, a estas alturas del programa, no logro entender como no han desenmascarado ya a Albano. En segundo lugar, llegó Catrina, que a pesar de su saber estar en el escenario, me declino a que no es cantante y con perdón de Twitter, me sumo a la idea de que es Paz Vega. Lo mejor de la noche llegó al final, con un Camaleón todopoderoso y folklórico. Maxi Iglesias y Miguel Ángel Muñoz son mis bazas.
Resaltar el maravilloso papel de Eva González, que además de aportar nuevas propuestas, fue toda una revolución en el terreno de juego dando muchos momentos de risas. ¡Ojalá se quedase!
