Las películas de Pixar se ven desde un punto de vista muy diferente cuando los años han pasado y la madurez se ha quedado a vivir en nuestro cerebro. Esta es la sensación que he tenido tras revivir de nuevo las aventuras de Remy en Paris. Recordemos que es la pequeña rata cocinera que protagoniza la película Ratatouille.
Este largometraje, al que ya se le puede añadir el adjetivo de clásico, fue estrenado en el año 2007 bajo la dirección de Brad Bird, el cual, también se encargó de guionizarlo. Por este trabajo ha ganado un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA y un largo etcétera. Entre sus anteriores trabajos encontramos “Los Increíbles”, otra super aventura que se encuentra en la memoria de niños y adultos.


Esta película es una oda a las personas soñadoras que una vez que visualizan su meta vital, no paran de correr hasta ella. Además, desenmascara todo tipo de clichés y se encarga de subrayar constantemente que hasta las personas con un origen humilde pueden llegar a abrazar el estrellato.
Resulta interesante ver el papel que le otorgan a la voz de la consciencia. Disney experimenta una gran evolución que parte desde el archiconocido Pepito Grillo que aconseja a Pinocho a saber diferenciar el bien del mal, y culmina con el fantasma de Auguste Gusteau, que ayuda a Remy a mantener la mente enfocada en su meta.


En definitiva, Disney nos intenta hacer ver que hay que hacer caso a los latidos del corazón y a la intuición propia para alcanzar nuestro objetivo. Además, resalta que por mucho que este hecho suponga un grabe peligro y la multitud intente disuadirnos de ello, hay que hacer oídos sordos y continuar caminando de frente. Siempre y cuando, no nos olvidemos de nuestras raíces.
Otro de los mensajes más importantes de la película está encarnado por Colette Tatou, la única mujer trabajadora del restaurante en el que se desarrolla la acción. Esta cocinera muestra una actitud agresiva y desconfiada, pues tiene que sobrevivir en un mundo extremadamente machista. A pesar de que hayan pasado catorce años de su estreno, el mundo desgraciadamente no ha cambiado mucho.
Ver esta película con hambre es peligroso, puesto que puede incrementar esta sensación hasta límites insospechados. La tecnología brilla con potencia especialmente a la hora de mostrar las texturas de los diversos alimentos.
Diez de diez.