Han pasado cinco años. El tiempo necesario para que una persona empiece a hablar y desarrolle sus músculos. Algo similar le pasa a mi historia. Hace cinco años, Laura vivía junto a Operación Triunfo: día y noche. Una generación de jóvenes le inspiró, con ellos creció y hasta se sacó una carrera universitaria.
Parte indispensable de todo este trayecto fue Ana Guerra, la cual, junto a su compañero de edición, Agoney, fue la traca de fin de fiestas para Leganés.
Arropada por la bandera LGTBIQ+, la artista saltó al escenario con una energía arrolladora y «Qué sabrán». Desde un primer momento, fue pura esencia y el corazón que hace olvidar todo al público.
Como un huracán, continuó arrasando de la mano de canciones como «Ya no recuerdo» o «Diferentes», la cual tuvo un sobrecogedor inicio a piano que sacó brillo a la voz de la tinerfeña.
Tras levantar al público en «Con una mirada», las luces se volvieron tenues, sentando como anillo al dedo a la cantante y su especial martes. «Seis» al piano nos hizo darle las gracias al cielo porque la cantante sea más suya que nunca y «Despierta» nos conectó con sus emocionantes inicios en Operación Triunfo.
Como las olas del mar, que a pesar de que cambien el ritmo de su oleaje no dejan de ser bellas, la cantante entonó sus éxitos más bailables como «Bajito» o «Lo malo», separados por un oasis de emoción como «Di que sí».
El final no fue síntoma de decadencia, sino de todo lo contrario, los asistentes se dejaron la garganta para corear la recta final del concierto, protagonizada por «Tik tak» y «Cita Previa».
Ana es Guerra enloquecida pero también lluvia de paz. De esta contradicción, crece una artista nacida para vivir encima de un escenario.
Crónica Agoney:
https://www.deliriumnostri.com.es/agoney-toca-la-excelencia-en-leganes/