Día 1 después de Eurovisión. Cuando el despertador ha sonado, he tenido la sensación de haber vivido una mala pesadilla. Anoche, a pesar de que Blanca Paloma tocó la perfección, quedó en una 17ª posición. Sin duda, este hecho me hizo recordar a mis tiempos universitarios, puesto que había veces que, a pesar de haber estudiado durante días, el reconocimiento del profesorado no siempre era el deseado.
Pero antes de emitir juicios hacia nuestros queridos vecinos europeos, vamos realmente a lo importante. ¿Qué hizo Blanca Paloma anoche? Básicamente servir poderío. Como ya pasó en Benidorm la artista comenzó su actuación jugando con las sombras y desembocando en el gigantesco manto de la Yaya Carmen. Desde este epicentro la artista fue rodeada por sus bailarinas, evocando a la energía femenina.
A continuación, pudimos ver un nuevo plano. Se trata de un plano cenital que ayudó a aportar espectacularidad a la actuación. En conclusión, tuvimos una realización que no hubiésemos sido capaces de soñar hace unos años.
En la parte final, La Arquera se creció y devoró el escenario con ansias pero siempre mostrando una seguridad abismal. España tuvo una actuación perfecta que demuestra el crecimiento de la apuesta de RTVE por Eurovisión. Esperemos que este inmerecido resultado no haga cambiar de pensamiento a nuestra televisión.
Al final de la noche llegó el disgusto. Cinco puntos que cayeron como una gota de agua fría por la espalda que nos hicieron salir del sueño. Europa no estuvo a la altura de nuestro folclore. Aún queda mucho trabajo por hacer.
