La elegancia elige a una serie de seres humanos privilegiados y esta se convierte en su gran superpoder. Se percibe en la forma de caminar, de mirar al frente o de presentarse a los demás. Ayer, Luz Casal con su indiscutible poder, hizo honor a su nombre, en esencia y potencia, con su concierto en Pinto.
La artista abrió las puertas de su alma y las canciones que llevan toda una vida arropando a la historia de nuestro país, se convirtieron en las perfectas aliadas para una traca de fin de fiestas de altura.
El concierto comenzó construyendo los pilares de un hogar sólido, debido a que, en los instantes iniciales, las canciones se convirtieron en la bandera representante de la patria de todo aquel con ganas de devorar el mundo y luchar por su bien. Ejemplo de ello fueron canciones como «Las ventanas de mi alma» o «Volver a comenzar».
Posteriormente, la Historia (con notables mayúsculas) saltó al escenario para demostrar su intachable sabiduría. «No me importa nada» abrazó a las mujeres asistentes y «Entre mis recuerdos» junto a «Un nuevo día brillará» nos hizo reflexionar sobre la verdad inmortal del «para siempre».
Y sí, Luz Casal es una cronista que sobre el presente hace historia. Ella ha sido las manos que han construido vidas sobre el barro, como una alfarera excelente. Ejemplo de ello es su canción «Hola, qué tal», momento que aprovechó para saludar a una de sus fans vía telefónica.
Posteriormente, el concierto siguió su transcurso natural y la voz de la cantante gallega voló sobre las guitarras eléctricas para demostrar su maestría con el rock & roll. «Rufino» o «Loca» fueron algunas de las protagonistas de ese momento de la noche.
Finalmente, con la mirada de quién ha cosechado un auténtico mar de aplausos y el deseo del público porque la noche se convirtiese eterna, «Piensa en mí» y un homenaje al folklore gallego escrito por Rosalía de Castro, fueron auténticos fuegos artificiales.
