Tamara Falcó se ha convertido en el último fichaje de Netflix con su propio reality show, titulado “La Marquesa”. Sin duda, es una producción audiovisual que no podía faltar en nuestra particular parrilla televisiva veraniega, puesto que no hay cotilleo que se nos resista.
Se trata de un reality mucho menos profundo que “Soy Georgina”, puesto que, la aristócrata es más reservada con su vida privada y por lo tanto, aprovecha esta herramienta para realzar su vida profesional, mostrándonos sus lazos con marcas o su lado más cocinitas.
Aunque, a pesar de todo ello, el espectador se siente parte de una vida llena de lujos, puesto que acompaña en varias ocasiones a Falcó a tiendas no aptas para carteras comunes así como a viajes de ensueño. La elegancia y el brillo invaden cada episodio.
Además, se es testigo del gran legado familiar que posee, no solo mostrando la omnipresencia de Isabel Preysler, sino también la nueva vida del Palacio “El Rincón” heredado de su padre Carlos Falcó.
Por supuesto, como todo reality, hay momentos icónicos que despertarán las risas de más de uno.