Warner Bross el pasado mes de marzo, apostó por sacar del cajón a todo un clásico de la animación como Tom y Jerry. Una buena jugada, que ha congregado a pequeños y mayores en las salas de cine. Aunque, buenos números, no son siempre sinónimo de calidad.
La pareja cómica, se enfrenta a una nueva aventura en el corazón de Nueva York. Se infiltran en un hotel de alto standing donde tendrán que vérselas con miles de problemas relacionados con la boda de una de las parejas más famosas de la sociedad.
En cuanto a animación, supone un golpe sobre la mesa de la compañía. Compaginan la acción real con una animación clásica a la perfección. Ambos elementos conviven en una total armonía, que se mantiene fiel a los cánones ya conocidos de estos personajes.
Como ya vimos en la película de Scooby Doo, Warner “ha cogido prestado” los famosos easter eggs típicos de Disney. Como elementos secundarios, observamos referencias a sus creaciones como al Joker o Hanna-Barbera. Aunque, no es algo original, seduce al espectador de toda la vida.
No es novedad, que haya una sobredosis de violencia en las persecuciones de tal famosos gato y ratón. Pero, sin duda es un elemento que entorpece un transcurso ligero de la trama.
La trama es típica y tópica, una transcripción en versión infantil del famoso sueño americano, difusa y superficial. El final es predecible desde los primeros instantes de película. Aunque, cumple con el cometido de ser un pasatiempo entretenido que muy de vez en cuando arranca unas risas.
