La poesía es un abrazo maternal. Se ajusta al alma del oyente como un auténtico traje hecho a medida y de esta forma, surca las constantes vitales. Ayer, Vanesa Martín, con capa de hechicera incluida, saltó a conquistar un Wizink Center que se convirtió en su mejor aliado para presentar su disco «Placeres y Pecados».
En mitad de la vuelta a la rutina típica de un potente septiembre, Vanesa Martín «frenó enero» con elegancia y de esta forma, comenzó un concierto lleno de himnos tatuados a fuego en la memoria de los melómanos españoles como «Nunca me conoció» o «Inventas».
Posteriormente, la artista comenzó a desplegar su capacidad inmortal para explicar las diversas acepciones de la palabra «amor». Con desgarro, fue cuestión de piel en «Imán».
A continuación, llegaron las dos joyas de la corona de «Placeres y Pecados»: «Mejor de lo que contaste» acompañada por una sobresaliente Alba Reche y «Cuando no estabas» a guitarra y voz.
Tras cambiarse de vestuario, la cantautora nos sumergió en un auténtico bucle de canciones bañadas en oro. «Hábito de ti», «9 días» o «Verano eterno» entre otros temas, se tatuaron en la piel dejando un auténtico reguero de pieles de puntos, constante que se mantuvo con la aparición de María Peláe para cantar «Historia de Vida».
Además, la artista consiguió un auténtico oasis, eliminando la grandeza del estadio y creando una intimidad única. Cómo si la guitarra y el piano fueran su varita mágica, emocionó con temas como «Punto y Coma» o «90 minutos».
Y ahí, donde el mundo se detiene y aparece un auténtico momento histórico ante los ojos. Malú, la dueña y señora del Wizink Center, consiguió una ovación inolvidable al interpretar con su amiga «No te pude retener». Demostraron complicidad y dibujaron sonrisas a su paso.
La traca de fin de fiestas la puso una auténtica lluvia de confeti junto a «Y vuelo». Sin duda fue el sello que sabe a promesa de futuro para un nuevo regreso a los pies del escenario de la malagueña.
