«Hay momentos que deberían ser eternos» es el último libro de Megan Maxwell. Es un cuento, pero no de hadas, sino de pura realidad, que no duda en mostrar con valentía tanto el lado bueno como malo de la vida. Por ello, se convierte en un auténtico pulmón de positivismo, que invita a vivir el presente dejando de lado la palabra «no».
La historia de amor entre los protagonistas es marca de la casa. Es una relación con unos pilares fuertes y limpios, que logran conquistar más allá de las páginas del libro. Además, cada uno de los personajes tiene una psicología atractiva y empoderada, que consigue empatizar con el público. Además, espolvorea con acierto varios momentos del libro con humor y buen hacer.
El cáncer trunca la vida de los protagonistas. La escritora no cae en el amarillismo, sino que relata la enfermedad con mimo y buen hacer. Por otro lado, muestra la importancia del apoyo familiar y el desgaste que estos viven ante la cotidianidad de la enfermedad.
Con el paso de los días y el agravante de la enfermedad, consigue que el alma se encoja y se entristezca a la par que el personaje. Sin duda, es un ejercicio de empatía excelente.
100% recomendado
