Las estrellas fugaces son una conexión entre lo onírico y la realidad. Pasan a una velocidad de vértigo pero su recuerdo es prácticamente inmortal. Además, despiertan en el estómago del espectador una sensación de adrenalina que parece dictaminar que del momento en adelante todo va a ir bien.
Esta es la sensación que tuve durante el concierto de Lola Índigo en Almería. A orillas de su mar, llegué a pensar que me podría quedar a vivir allí, entre los hits de la cantante de Granada sin importar el mundo exterior ni los dolores de pies.
El Dragón nació en mitad del escenario con la espectacularidad merecida. La artista con su particular brillo en los ojos entonó los acordes de «Animal» y la noche empezó a volar, hasta el infinito y más allá.
Una vez roto el cascarón, el ritmo de la noche no paró de crecer con espectaculares dance break que demostraban la sintonía entre la familia de bailarines que hay detrás de Lola Índigo. Ejemplo de ello fue «Discoteka«.
Posteriormente, Almería remó a una entonando los versos de grandes éxitos como «Toy Story«, «La Tirita» o «Tiki Tiki» con una danza acompañada por abanicos.
También hubo tiempo para la intimidad, «El Dragón» consiguió erizar los recovecos más insospechados de la piel.
Sin duda, fue una noche cargada de exquisiteces. Estos platos gourmet estuvieron adecentados por una gran dosis de seducción que pudimos disfrutar en canciones como «Las Solteras» o «La Santa«.
El final de fiestas fue una auténtica traca. RVFV representó al pueblo almeriense para cantar con Indigo «Trendy» así como «Romeo y Julieta«. Y como no podía ser de otra forma, un reinventado «Ya no quiero na» hizo las delicias del público.
