Hace escasos días que he terminado de leer este libro. Sí ne ha durado menos de una semana. Llegué a él fascinada de las letras de Rozalén, siendo uno de mis grandes descubrimientos de 2018.
Algo curiosa de encontrar entre sus páginas (muy bien acompañadas de maravillosas ilustraciones) la explicación de ellas, y esta fue saciada, vaya que si lo fue al fin y al cabo el propio título lo dice, cerrar puntos suspensivos y creo que esto me ha hecho que me enamore un poco más de cada una de sus letras.


Siempre he dicho que Rozalén es una de las artistas que desearía entrevistar o charlar durante horas, y quizá con este libro ha calmado un poco mi impaciencia, presentándome a una de las artistas más inspiradoras,ha sido como una larga conversación con una amiga que te cuenta sus inseguridades, sus motivos para ser feliz y sus vivencias.
Al final nos olvidamos que hasta los grandes genios son seres humanos, y que hay que cuidarlos, porque la música es uno de los mayores patrimonios que puede tener la humanidad. La música es vida. O no?
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